A menudo, se piensa que, en la mayoría de los casos de abuso sexual por sumisión química, el agresor es un descononcido para la víctima. Sin embargo, en gran parte de los casos los agresores son personas de su entorno.
Amigos, personas de su círculo cercano e incluso familiares, suelen ser aquellos que se
aprovechan de alguien a quien “quieren”.